Estas serán, posiblemente, las últimas elecciones en las que Josep Antoni Duran i Lleida, candidato de Convergència i Unió, se presente a la presidencia del gobierno español. ¿Será la razón por la que en campaña le hemos visto con un tono cambiado? El político catalán siempre ha mostrado un talante dialogante y moderado que ha parecido olvidar en las últimas semanas. Ante el bipartidismo mediático del PSOE y el PP, CiU ha tenido que poner toda la carne en el asador para copar titulares y tener un cierto protagonismo en las tertúlias de los medios de comunicación. Pero no conozco cual es el objetivo de esta estrategia, quizás conseguir que hablen aunque hablen mal.
Las declaraciones de Duran i Lleida en que arremetía contra aquellos que reciben el Plan de Empleo Rural (PER) en Andalucía y en las que defendía ir al psicólogo para cambiar la orientación sexual, no han ayudado para nada a la coalición nacionalista. Del positivismo que ya nos tenía acostumbrados CiU en las últimas campañas, al enfoque que ha tomado ésta, hay un largo camino. La explicación del nerviosismo del candidato estaría en el vuelco que han dado las encuestas. En diciembre, todas las demoscopias le daban como vencedor pero en las últimas lo relevan al segundo o tercer lugar por detrás del PSC y hasta del PP. Los ajustes en los presupuestos de la Generalitat de Catalunya han pasado factura al partido y Duran es la víctima.
Josep Antoni Duran i Lleida es, junto a Alfredo Pérez Rubalcaba, el mejor orador del Congreso de los Diputados. Sus compañeros coinciden en definirlo como un maestro del discurso y la dialéctica. En los años como diputado se ha forjado una buena imagen siendo uno de los políticos mejor valorados. Hasta los gobiernos de José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero le han ofrecido una cartera ministerial que él ha rechazado. CiU quiere ser bisagra del gobierno que salga de las urnas el 20 de noviembre. No le interesa que los pronósticos que dan al Partido Popular mayoría absoluta se hagan realidad. Aún así, nadie descarta que esta vez si se le ofrece ser ministro dé una respuesta afirmativa, no como en las veces anteriores. La cámara baja sin CiU como partido decisivo puede acarrearle serios problemas. Duran i Lleida jugará todas sus cartas para conseguir un lugar en el futuro español, de ahí que haya propuesto crear un gobierno de concentración ante la difícil situación económica en Europa.
Duran i Lleida y sus asesores no encuentran la manera de recuperar la primera posición en el ranking electoral. El mensaje base de la campaña está centrado en el pacto fiscal y la defensa de los intereses catalanes en Madrid. Un discurso que siempre ha funcionado desde la época del “peix al cove” de Jordi Pujol y que CiU lo vuelve a dejar bien claro en su spot de campaña cuando pide que ahora es necesario defender más que nunca los bolsillos de los catalanes. Con ese argumento de fondo, da la impresión que no ha habido un control de los otros mensajes. Hasta sacaron al candidato Duran y Lleida tocando la batería ante su público más joven. Sin duda, la campaña de las Elecciones Generales 2011 de CiU no pasará a la historia como la mejor de la federación. Quizás hubiese faltado un trabajo más coordinado entre los responsables de campaña de Unió Democràtica de Catalunya (UDC) y los que llevaron las enteriores que dieron la victoria en el Parlament y en la mayoría de municipios.