La Dama de Hierro humanizada

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Los Reyes Magos han traído el estreno en las carteleras de la vida de la primera mujer en llegar a Primera Ministra del Reino Unido, Margaret Thatcher. The Iron Lady dirigida por Phyllida Lloyd enseña un retrato despolitizado de la protagonista cuando en su vejez recuerda algunos momentos destacados de su paso por la política. La directora ha querido humanizar con sus virtudes y defectos el personaje, interpretado magistralmente por Meryl Streep quien seguramente se llevará su tercer Oscar por el papel, para acercarse profundamente a la persona y entender a la mujer sin todo aquello que la convirtió en lo que fue.

La historia transcurre con una Margaret Thatcher octogenaria y con demencia, mal visto y críticado por el Partido Conservador británico, en su casa de Londres mientras recuerda lo que ha sido su vida como esposa, madre y Primera Ministra. De la carrera política, el film resalta su mano dura para reconducir el declive económico que se encontró cuando llegó al 10 de Downing Street con las medidas de desregularización del sector financiero, flexibilizar el mercado laboral y la privatización de las empresas públicas. También la Guerra de las Malvinas que la llevaron a recuperar la popularidad y su reelección, y la implantación de un impuesto a la comunidad que fue rechazado hasta por su propio partido, por lo que se vió obligada a renunciar del cargo.

La indústria de Hollywood produce biopics como The Iron Lady que pueden desvirtuar la realidad de los personajes, en este caso Lloyd ha llegado a humanizar demasiado el perfil de Thatcher sin dar al espectador más libertad de interpretación. En The Queen de Stephen Frears o El Hundimiento de Oliver Hirschbiegel los actos marcan el carácter de la historia, hay una visión menos sentimental de los personajes que se ciñen a los hechos, lo que se consigue una lectura más individualizada de la verdad. Parece que en La Dama de Hierro su directora ha priorizado enseñar la cara débil de quien parecía ser la persona más fría y férrea de la política británica del siglo XX.

Desde el inicio hasta los créditos finales, la película es una delicia por la interpretación de Streep. The Iron Lady no sería la misma obra sin ella, es el pilar que sustenta toda la estructura. Una actriz que ha demostrado repetidas veces el poder conmovedor que despierta a través de sus representaciones. Su trabajo nadie lo discute, pero no pasa lo mismo con el film. El poder de polarización que caracteritzó los mandatos de Margaret Thatcher no ha traspasado a la cinta de Phyllida Lloyd porqué ha puesto de acuerdo tanto la derecha como la izquierda del Reino Unido, a ninguno de los dos partidos les ha convencido. Con el público ha pasado lo mismo.

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